Tras el disgusto de los vecinos por el estado en el que quedan los espacios públicos después de la tradicional arrojada de alimentos, bebidas, cotillón y otros, proponen modificarlo desde el Centro de Estudiantes de Derecho.
Cuando los estudiantes universitarios rinden su última materia o defienden su tesis saben qué es lo que sigue después: correr rápidamente a cambiarse de ropa porque fuera de la institución, probablemente, estarán sus amigos y familiares preparados con huevos, harina, alimentos en estado de putrefacción, cotillón, étc, para arrojar al nuevo profesional. Luego, como siguiendo órdenes escritas en un manual, la multitud se traslada a diferentes autos para pasear al -ya no más- estudiante por la ciudad en caravana. Para no pasar desapercibidos por el resto de la gente, cada uno de los autos va tocando bocina y con música fuerte hasta llegar al destino de la celebración.
Se trata de una de las tradiciones más comunes entre los universitarios en Argentina. El rito perseguiría el objetivo de augurar un futuro próspero al profesional. Aunque la realidad y lo concreto se traduce en una pila de basura maloliente a la salida de las instituciones.
Tras las quejas y el disgusto de los vecinos y la realización de unas 30 recibidas en las últimas dos semanas, el Centro de Estudiantes de Derecho realizó una jornada de limpieza de la plaza ubicada frente al edificio de 25 de Mayo al 2800.
“Durante la gestión anterior del municipio, se realizó una obra de puesta en valor de la plaza en donde teóricamente se iba a incorporar un sector destinado a las recibidas, que nunca se concretó. Incluso nos indicaron en dónde se iba a ubicar, y a medida que las obras avanzaron nos dimos cuenta que no se había incorporado dicho espacio” manifestó Bruno Giannini, actual presidente del CED.
Así, y en conjunto, buscan elaborar un proyecto para modificar el famoso ritual a uno que “respete la convivencia con los vecinos, evite el desperdicio de alimentos y tenga una óptica ecológica”.
La nueva modalidad de las recibidas, busca fomentar el uso de material biodegradable y cotillón en reemplazo de alimentos. “Esperamos poder llevar a buen puerto esta nueva lógica de festejo, con el apoyo de ONGs y empresas de la ciudad comprometidas con generar un cambio de paradigma”, concluyó Giannini.